Consiste en el control y la evaluación permanentes y sistemáticos de la calidad, de la racionalidad y del buen uso de los recursos implementados en la atención en salud, a lo largo de todo el proceso de cobertura, fijando como objetivo fundamental la evaluación y el mejoramiento de la eficacia de los servicios de salud, mediante el análisis del criterio profesional aplicado en la prestación. Significa la comparación entre la calidad observada y la calidad deseada de acuerdo con las normas técnico–científicas y administrativas previamente estipuladas para la atención en salud.